Por Alexandra Ledesma
Socióloga y
Educadora Sexual
Durante mucho tiempo, no solo la sexualidad, sino que está relacionada a la vejez era y me animo a decir que aun no hemos alcanzado el objetivo, vista desde el prejuicio, siempre tratando de invisibilizarla, de censurarla.
Se considera (mal) que el deseo va de la mano de la juventud, que a medida que vamos envejeciendo, la energía, la belleza, las diferentes capacidades, disminuye, sucede lo mismo con todas las dimensiones que hacen al ser humano. En parte hay razón en ello porque es inevitable lo que sucede en nuestros cuerpos con el paso del tiempo, pero esto no debe apagarnos completamente.
La sexualidad es indispensable y para toda la vida. Envejecer no nos quita el derecho al goce, a vivir el placer, a vivir plenamente el amor. La sexualidad lejos de desaparecer, siempre está buscando transformarse, siempre.
En la vejez, sabemos que los cambios físicos, psicológicos, hormonales, suceden, hasta incluso la forma en que somos vistos socialmente, el lugar que ocupamos, el rol que desempeñamos, todo va mutando. Vemos en el espejo otra versión de nosotros que, con la piel más arrugada y fina, sin ese estallido hormonal, pero todo esto no implica una perdida sin retorno de esta dimensión, es solo una reconfiguración de nuestro sistema, de la forma en que nos vinculamos y desde donde lo hacemos.
Esta nueva etapa implica vivir la sexualidad desde otro nivel de conexión, las charlas, las caricias, la escucha, el acompañamiento, el compartir tiempo y cosas que nos hacen sentir a gusto, es parte de esta etapa.
También es un momento de la vida, que la experiencia nos da paso a la libertad, ser conscientes de lo que queremos y de lo que no, de lo que nos permite el goce o aquello que incomoda. Ya no hay presiones, ya no hay que cumplir socialmente con estereotipos, no hay nada que demostrar hacia afuera, ahora el trabajo es todo interno. El cuerpo se disfruta sin culpas, se acepta, y se pone por encima la conexión emocional por sobre la conexión física.
De todas formas, aunque suene lindo, no es completamente aceptado, siguen sobrevolando prejuicios sobre este tema, sigue apareciendo de forma sutil el estereotipo de personas asexuadas. El constante rechazo hacia la sexualidad en la vejez solo hace que esta población también la rechace para no sentir la discriminación.
Envejecer de forma saludable incluye todas las dimensiones, dentro de ellas la sexual, considerar las necesidades y deseos de las personas que se encuentran en esta etapa de la vida es parte del bienestar general.
Poder sacarse uno mismo los tabúes que nos fueron impuestos, poder consultar de forma libre y sin pudor sobre sequedad vaginal, disfunción eréctil, falta de deseo, es tan solo parte de eso que debe ser deconstruido y abordado de forma natural, sin vergüenza.
Debemos cuestionarnos más como sociedad, dejar de idealizar tanto los cuerpos jóvenes y “perfectos” o simplemente dejar de menospreciar los cuerpos envejecidos.
Tengamos siempre presente que la apariencia no es todo, existe la conexión, la entrega, la confianza, eso que no se puede apagar, sino que va tomando otras formas, con más experiencia, mas conciencia, mas libertad y mas autoconocimiento. El cuerpo cambia, inevitablemente, las forma de conectarnos con el otro, pero el foco debe estar puesto en como logramos esto último. Reconocer y reconocernos, respetar y respetarnos, y que la edad deje de ser vista como un obstáculo.