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Salto por encima de las banderas

Por Carlos Silva
En tiempos en que la política muchas veces se asocia al enfrentamiento y la división, Salto empieza a dar señales de madurez. En las últimas semanas, el intendente Carlos Albisu ha mantenido distintos encuentros con el presidente Yamandú Orsi, en los que se ha manifestado una clara voluntad de trabajar en conjunto, más allá de los colores partidarios. Este gesto, que algunos podrían considerar simbólico, tiene un valor mucho más profundo, demuestra que cuando se pone por delante el interés del departamento, las diferencias políticas pueden quedar en un segundo plano.
Hay temas que trascienden los períodos de gobierno, las campañas y las ideologías. El desarrollo de Salto, la generación de empleo, la atracción de inversiones y la mejora de los servicios para los Salteños son objetivos que deben unirnos a todos. Así lo ha entendido el Gobierno Departamental, que viene impulsando una agenda de trabajo coordinada con el Gobierno Nacional en varias áreas clave. Un ejemplo de ello es la relación con el Ministerio de Turismo, que ha mostrado una actitud abierta y receptiva frente a los reclamos de Salto, especialmente en lo que refiere al fortalecimiento de los centros termales y la infraestructura turística.
En ese mismo sentido, se han concretado reuniones con posibles inversores interesados en proyectos que podrían cambiar la matriz económica del departamento. Las termas, el turismo de naturaleza y el desarrollo inmobiliario vinculado al bienestar y al descanso, son hoy oportunidades concretas que requieren del apoyo conjunto de los Gobiernos Nacional y Departamental. No se trata de competir por protagonismos, sino de sumar esfuerzos para que Salto vuelva a ser un punto atractivo para invertir, trabajar y vivir.
El camino del desarrollo no se construye desde la confrontación, sino desde la cooperación. Los salteños saben que los tiempos difíciles se superan cuando se reman hacia el mismo lado. La historia de nuestra ciudad está llena de ejemplos de ese espíritu colectivo, cuando hubo que construir, innovar o salir adelante, lo hicimos juntos. Por eso, este nuevo tiempo de diálogo debe ser valorado como una señal positiva de madurez política y de responsabilidad institucional.
En el fondo, lo que está en juego es la posibilidad de recuperar el orgullo de ser Salteños. Y ese orgullo se reconstruye cuando se ve que las autoridades trabajan con seriedad, que gestionan con apertura, y que entienden que las diferencias políticas no pueden convertirse en obstáculos para el progreso. Porque lo que los Salteños esperan no son discursos enfrentados, sino resultados concretos.
Que el Presidente y el Intendente se reúnan, conversen y planifiquen juntos, debería ser algo natural en una democracia madura. Ojalá este sea el comienzo de una nueva etapa donde el ejemplo venga desde arriba: donde la cooperación y la búsqueda de acuerdos sean la norma, y no la excepción. Salto necesita de todos, y hoy más que nunca, debe estar por encima de las banderas.
Este espíritu de trabajo conjunto es también la base sobre la cual se construye el gobierno del Bicentenario. Un gobierno que mira hacia el futuro con sentido histórico, entendiendo que los próximos años pueden marcar un antes y un después en la vida del departamento. Si logramos consolidar esta forma de hacer política, donde el diálogo y la cooperación estén por encima de las diferencias, entonces Salto podrá celebrar sus próximos 200 años con esperanza, unidad y orgullo.