En Uruguay -en el último año- al menos la cuarta parte de los fallecidos se les paró el corazón debido a una enfermedad cardiovascular y no por otra causa desencadenante. Eso convierte a este motivo de defunción en el más extendido del país, en buena medida porque es la más frecuente entre los mayores de 75 años, en un país envejecido en que las muertes se concentran, sobre todo, en los más veteranos. De hecho, el adelanto de un informe de la Comisión de Salud Cardiovascular, publicado por la Semana del Corazón, lo deja en claro: casi seis de cada diez muertes por enfermedades cardiovasculares en los menores de 75 años se pudieron haber evitado.
MUERTES EVITAVLES
Salto y Tacuarembó son los departamentos de mayor impacto de las enfermedades cardiovasculares (ECV) y tienen un porcentaje de mortalidad mayor al 3,2 cada 100 mil habitantes. Sin embargo, se advierte que las muertes son evitables. Según el estudio, de esas muertes “evitables”, casi la mitad eran prevenibles (si se cambiaban hábitos, consumos, la alimentación, el ejercicio) y casi la otra mitad era tratable (si la atención médica hubiese sido la adecuada y oportuna). Si bien en Salto y en Tacuarembó se cuenta con el servicio de Hemodinamia, lo más preocupante es la alta tasa de ECV que se detectan y que están relacionadas a la forma de vida que llevan los uruguayos.
ACCESO OPORTUNO
Eso puede deberse a distintas cosas: la concentración de la pobreza, hábitos alimentarios o, lo más probable, el acceso oportuno y adecuado al sistema de salud. Desde la Comisión de Salud Cardiovascular se refieren a que pueden haber zonas con falta de especialistas o en que la gente no se hace los chequeos tan seguido porque es más difícil llegar, o que no hay buena disponibilidad de CTI como para evitar tiempos de espera que acrecienten las chances de morirse. Se está difundiendo esta semana la necesidad de adoptar hábitos saludables que contribuyan a mejorar la calidad de vida y así minimizar el impacto de las ECV.