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El amor y la monotonía: dos que no se llevan

Por Alexandra Ledesma
Socióloga y Educadora Sexual
El amor, como termino diverso y tan hermoso como complejo, es gran parte del impulso de las conexiones humanas, es lo que alimenta el deseo y la complicidad en una pareja.
Pero, ¿qué sucede cuando la rutina nos lleva por el camino más simplista y monótono?
Esta rutina, debe trabajarse, para que no logre instalarse de forma silenciosa y letal.
Una vida monótona puede apagar lentamente la pasión, el interés, para volverla una vida en piloto automático.
La monotonía como tal, resulta en aquello que se repite, a llevar a cabo siempre las mismas actividades, la misma forma de relacionarse, que no existan novedades, que no se plantee nada sorprendente, o diferente.
Hay cuestiones que pueden ser un ejemplo de ello, el hecho de que las conversaciones sean siempre acerca de los mismos temas, que la sexualidad sea llevada a un plano donde la frecuencia y la creatividad no tengan cabida.
Lo mismo sucede cuando las actividades se vuelven predecibles, cuando ya no hay de que sorprenderse, o nada nuevo que se pueda esperar.
En este punto, lo predecible, destroza lentamente la curiosidad por el otro, lo vuelve corriente, y es justamente eso lo que no nos sacude.
El amor necesita estimulo, cambio, movimiento, el descubrir y redescubrir, sobre todo cuando ya son años juntos y donde creemos conocer cada rinconcito del otro.
El permanecer en un vínculo sin emociones, provoca, ya sea desconexión emocional, perdida de la libido, disminución de la atracción, etc. Esta sensación constante de estancamiento lleva consecuentemente a que aumente la tensión, y por ende se produzcan más enfrentamientos hasta incluso sin sentido.
Igualmente, cabe aclarar que la rutina no es la enemiga, la monotonía si lo es, la rutina es un modo de mantener el orden, lo cual está lejos de ser negativo, pero si a ello le sumamos la falta de novedad a las actividades diarias, podría decirse que si lo transformamos en la némesis de una vida llena de emociones.
Prestar atención a las posibles señales en la relación es clave para cambiar esa situación a tiempo. Detectar la falta de ilusión, la escasez de demostraciones de cariño, aquello que, inevitablemente nos lleva a ser tan solo “roomates” y no una pareja solida y compañera.
Y me adelanto a decirles que no tengo la receta mágica, ni se con exactitud cómo deben actuar o hablar, porque dicho sea de paso, nadie lo sabe, pero si poder pensar algunos puntos que pueden ser de utilidad.
Poder introducir cosas nuevas, además de la rutina de cada uno por separado, pensar en algo juntos, caminatas, escapadas de acuerdo a las posibilidades de cada pareja, pensar la cena juntos, complementarse, cuidar como al mismo oro la intimidad, no perder el romanticismo, el contacto, las palabras de amor.
Algo que tampoco es menor, que siempre lo recalco, es la comunicación, el poder hablar, expresarnos, son los órganos vitales en un vínculo. Decir lo que siento, lo que quiero, lo que me gustaría para ambos, es esencial en esta comunicación consciente para poder ser empáticos y claros en este camino conjunto.
Y para terminar, algo que no debe perderse jamás, la individualidad, el YO. Debemos pensar en un “nosotros” sin perder nunca el “yo”, eso permite que a través de el espacio de cada uno, se alimente el espacio de la pareja con conversaciones ricas y diversas de lo que hacemos fuera de ese mundo de dos.
El amor y la monotonía no van de la mano, al contrario, son opuestas, ¿y saben dónde creo esta el punto más importante? En no dejar de verse como al principio, en descubrirse como esos primeros meses, que la mirada siempre sea de amor.