Por Alexandra Ledesma
Socióloga y Educadora Sexual
En los últimos años, los artículos de sex shop han acaparado la atención de los curiosos (y los no tanto) sea para aceptarlos y hasta adquirirlos o para ofrecer una crítica, sea cual sea el motivo ha logrado entrar en distintos ámbitos.
Lo que antes se vivía como tabú, hoy forma parte de una conversación más abierta sobre el placer, la intimidad, la exploración sexual, y las diversas prácticas de esta.
Sin embargo, todavía resta mucha tela por cortar con respecto a la temática, a vivir con mayor libertad y despojarse del miedo de ir en busca del placer.
Para algunas personas, representan un complemento ya sea si se encuentran en una relación o si se trata de autosatisfacción pero para otras, no es más que una amenaza a la armonía de su vida sexual, el símbolo de la desconexión y de la insatisfacción.
Los artículos utilizados son variados y están diseñados para aumentar la libido, para estimular el deseo, y estos van desde los vibradores, lubricantes, lencería erótica, esposas, juegos, etc., todo ello visto como un recurso que potencia la experiencia sexual.
La experiencia es multisensorial, activa los sentidos, los estimula intensamente, y tiene muchos beneficios en sí mismo.
Dentro de estos beneficios podría decir que uno de los más importantes es el autoconocimiento, estos ayudan a explorar el propio cuerpo, especialmente en personas con resistencia a las experiencias sexuales ya sea esto por traumas, restricciones impuestas, entre otras cosas.
También abre un abanico de diversión y creatividad y le permite a las parejas a salirse de sus rutinas, de la monotonía, jugar, fantasear y generar más complicidad.
La suma de los diversos productos incrementa la confianza en la relación ya que es parte de la comunicación sexual en un vínculo solido. El poder hablar de lo que nos gusta, o poder decir libremente lo que nos gustaría sumar, es parte fundamental en toda relación. Esto abre el dialogo, lo enriquece, lo libera, lo expande, y eso nunca se trata de algo negativo.
Entonces, ¿porque en el titulo hago la pregunta de amigo o enemigo? Porque así como es aceptado, y utilizado por parte de la población, también trae consigo criticas, considerando muchas veces a estos artículos como el intento de sustitución de una persona, y aquí mismo les puedo asegurar que nada más alejado que eso.
Algo que tampoco es menor, es que puede considerarse un reforzador del porno, ser relacionado directamente al mismo, lo que lo aleja de la emocionalidad, de la conexión, genera exigencia en el rendimiento, aumenta la presión e instala la inseguridad en uno mismo. Debe quedar claro que el uso de estos productos en la pornografía no implica que sean indispensables al momento de mantener relaciones sexuales.
Sostengo que la clave se encuentra en el cómo, acá no se trata de amigos o de enemigos, se trata de que sean utilizadas (en caso de querer) como las herramientas que son, con qué intención, el consenso con la pareja (en caso de haber), la comunicación, establecer el lugar que ocupan en la vida sexual de uno. Sigue siendo la mejor recomendación la comunicación fluida y sin tapujos, eliminando miedos y tabúes, sin forzar situaciones, que sean además el camino al autoconocimiento y no al revés. Y sobre todo saber de qué fuentes informarnos acerca del uso y efectos de estos artículos, el porno no educa, nos aleja de la verdadera educación sexual.
