Por el Dr. César Suárez
Cada uno de nosotros siempre aspiramos a más y está casi en nuestro genes el deseo, cada vez que se tiene oportunidad de pedirle ventura al futuro, sobre todo cuando finaliza cada año y ahora que está por comenzar el siguiente, se le pide al año nuevo, vida nueva, como si el próximo año fuera una especie de deidad capaz de solucionar las aspiraciones de cada uno, y el año que se va, y al que ya le habíamos pedido en el año anterior, lo mismo que a este que llega, como las expectativas son siempre más o menos exageradas, el año que se termina, que no es más que un simple número, para la gran mayoría, no cumplió con los deseos exagerados que se tenían, por lo tanto se le inculpa, al año que se termina, de todos los males padecidos como si fuera responsable de las frustraciones que acabamos de padecer en los últimos 12 meses, males que a veces no son tales, simplemente que las expectativas eran demasiado altas.
Ahora que venimos de un largo proceso electoral en nuestro país, tuvimos la oportunidad de apreciar expectativas que cada persona o cada grupo le solicitaba a los diferentes partidos políticos y que, a ojos vista, eran imposible de cumplir porque unos solicitaban una cosa y otro grupo, exactamente lo contrario, o se cumplía con uno, o con el otro con ninguno de los dos, cada uno ve de acuerdo al cristal con lo que lo mira y la realidad, nos muestra que no es elástica ni se estira.
Y en ese deporte de pedir, muchos diversifican esperando que, al tener varias fuentes de posibles favorecedores, se les pide a los políticos que hacen campaña, que siempre dicen que sí, que se queden tranquilos, se le pide a la virgencita, que hay varias disponibles, se le pide a dios, a San Cono, a la iglesia, a la suerte. Todo el mundo pide y espera para ver si liga algo.
Cada uno tiene su esperanza, si la virgencita me ayuda, si dios quiere, si fulano gana las elecciones, si saco el 5 de oro, y muchos manifiestan a viva voz, estoy deseando que este año de porquería se termine, cuando hace 12 meses se había jugado entero a la benevolencia de este que ya transitó y ya no lo quiere, quiere el próximo, lo mismo que va a pasar en el fin de año que viene, la historia, caprichosamente se repite porque pocos se conforman con lo que les tocó.
Todo el mundo está esperando que le que caiga algo del cielo, ligar algo, tener suerte, y pocos entienden que cada logro requiere un esfuerzo y que es mejor en vez de estar mendigando milagros al destino, hacer el esfuerzo razonable y necesario para que las expectativas que tiene cada uno, terminen por cumplirse.
Capaz que es necesario dar vuelta la pisada y en vez de esperar que se produzca el improbable milagro, pensar, que puedo hacer mi y por los demás que me rodean, que puedo hacer yo por mi comunidad, que puedo hacer yo para sumando esfuerzo cumplir con lo soñado.
Mantener el orden personal y tratar de no desordenar lo que a otros ordenaron, no tirar basura en cualquier parte, contribuir a la limpieza comunitaria y si la voluntad no me da para la solidaridad colectiva, por lo menos, no desarmar lo que los demás con esfuerzo hacen.
Sería más razonable, pedirle al próximo año que nos de la voluntad de hacer el esfuerzo necesario para que nuestras expectativas se construyan sin esperar que la esquiva suerte nos dé una mano.