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La importancia de la salud mental en los vínculos

Por Alexandra Ledesma
Socióloga y Educadora Sexual
Los vínculos que formamos a lo largo de la vida, sean estos familiares, de pareja, amistades, laborales etc., son parte indispensable e inevitable de la misma.
Es por ello, que formarlos y alimentarlos va de la mano con la salud mental. Una buena relación entre ambos es esencial, la conexión reciproca entre el bienestar psicológico y la calidad relaciones es el ABC de las relaciones humanas.
La salud mental no solo influye en cómo nos sentimos con nosotros mismos, sino también en la forma en que nos vinculamos, comunicamos, resolvemos conflictos y nos conectamos con el entorno.
No cuidar de la salud mental, puede llegar a afectar como pensamos, sentimos y actuamos ante la vida. También afecta en como manejamos el estrés, y tomamos decisiones.
Una persona que goza de buena salud mental se conoce a si misma a la perfección, identifica lo que siente, regula sus emociones, tiene autoestima, sabe poner límites, se vincula desde un lugar de autonomía y respeto, todo porque prioriza el autoconocimiento como herramienta básica para construir desde allí y no se expone a vínculos dependientes, insanos, manipuladores, inseguros, inestables, los mal llamados “tóxicos”.
Los aspectos claves, aquellos que no deben (o no deberían) pasarse por alto de ninguna forma, comienzan con el autoconocimiento, el hecho de conocerse a si mismos permite llenarse de seguridad, donde estoy y a donde quiero llegar, saber con seguridad quien soy o en quien me quiero convertir, o de quienes me quiero rodear o vincular.
Conocerse le abre paso a la autonomía, a evitar las idealizaciones, nos habilita a las elecciones conscientes.
Ser saludables mentalmente, permite la expresión libre de las emociones, el establecer límites, evitar al máximo las reacciones desde los patrones de vinculación que traemos.
Una mente equilibrada afronta los conflictos de la mejor forma, busca constantemente las soluciones en conjunto, la conciliación, la paz por encima de la guerra.
Brinda la capacidad de crear el “nosotros” sin perder el “yo”, acompañar sin perderse en el otro, ni mucho menos cargar con emociones ajenas que solo dejan más pesada la mochila.
El hecho de no trabajar nuestra salud mental puede implicar que estos vínculos que deberían ser de crecimiento y amor, se transformen en un método de sufrimiento, de coodependencia, de la necesidad de un otro y no de la elección, o peor aún, vínculos violentos, controladores, maltratadores, puede conducirnos a la mera idealización y de que este otro sea la fuente única de felicidad, lo que implica que sin ellos no somos nada.
Por otro lado puede suceder que la respuesta sea el aislamiento, una de las razones por las que esto se da, es el miedo a ser lastimados.
Como dije al principio, los vínculos pueden no ser exclusivamente de pareja, y es en la familia que se vuelve algo especialmente importante, con los hijos, por ejemplo, un vínculo mental saludable es clave en su desarrollo, es más, tiene impacto directo en ellos. Transmitirles estabilidad, seguridad, establecer límites claros, les enseña a ser participes y creadores de relaciones sanas en el futuro.
Cuidar de nuestra salud mental no es un acto egoísta, todo lo contrario, es pensar en un todo, en hacer el bien, no solo a uno mismo sino dar lo mejor de uno a nuestro entorno.